Desde el nacimiento tenemos la necesidad innata de comunicar. Un bebé recién nacido llora para expresar que tiene hambre. La reacción que ese llanto provoca en el entorno genera pensamiento en el bebé, que poco a poco va confiriendo significado a sus propias emisiones y a las de los demás mediante actividades conjuntas. Así esas primeras necesidades cubiertas con pre-lenguaje van a ir generando más cantidad de pensamiento y de lenguaje cada vez más complejo.
Si en el caso de l@s niñ@s oyentes eso es necesario, en el caso de l@s niñ@s sord@s pasa a ser imprescindible y ha de ir acompañado de una consciencia y un trabajo premeditado excelentes por parte del entorno del bebé.
Cada vocalización del niñ@ con pérdida auditiva en diferentes contextos y en las rutinas diarias es una oportunidad para impulsar su comunicación y lenguaje y debe ser correspondida por ejemplo mediante tu mirada, tu sonrisa, tu voz y entonación.
Algunos estudios demuestran que la calidad y la cantidad de las interacciones entre el niñ@ sord@ y su entorno más cercano se ven reducidas por la falta de información y la preocupación que sienten las familias (GISTAL, 2008). No dejes que eso suceda y actúa reconociendo cada verbalización de tu bebé con pérdida auditiva como señales comunicativas y aprovéchalas para mejorar su comunicación, audición y lenguaje.